domingo, 6 de abril de 2008

De Viaje

Entró en el tren y ocupó uno de los asientos contiguos a la ventanilla derecha. Quería ver como era el paisaje, quería ver como afectaba la intensa lluvia a ese paisaje. Estaba ahí sentado. A su alrededor no había nadie. Unos cuantos pasajeros se acomodaban mas allá de la fila de asientos que tenía enfrente. De vez en cuando, giraba la cabeza y miraba por la ventana a la gente que acaloradamente bajaba por la escalera mecánica y se metía rápidamente en el tren.
Entraban en el vagón, lo miraban y seguían sus pasos por el pasillo para encontrar otras butacas libres.

Hasta que apareció Ella. Era una chica de estatura mediana, morena, con un pelo perfectamente alisado, y de un color negro muy intenso. Tendría mas o menos la misma edad que él. Vestía de una manera elegante, pero con un tono informal. Suéter negro con tejanos negros y unas zapatillas fashion de color blanco. Sus gestos eran suaves y acompasados. Se sentó en diagonal a él. No lo miró. Se quedó totalmente extasiado con su belleza. Era una chica perfecta. Le gustaba. Ella por fin se dio cuenta y lo miró también. Pero no con demasiada atención. La chica jugueteaba con su reproductor de música. Se alegraba de que se hubiera sentado ella allí, de que no le hubiera tocado el típico borracho mal oliente o la señora mayor pesada.

No podía dejar de mirarla. El tren arrancó por fin. Le quedaban casi dos horas de trayecto en el que podría disfrutar de su presencia. Empezó a pensar. A darle vueltas a la cabeza. Pensaba en una manera de iniciar una conversación con ella, como le hablaría, de que le hablaría. Tal vez fuera una chica de esas estiradas que no hablan con cualquiera, o tal vez fuera simpática. La miraba de reojo sin que ella se diera cuenta. No dejaba de pensar como podría conseguir su teléfono. Le daría su billete con su número apuntado, o mejor, se lo pediría directamente con total naturalidad. Se daba cuenta de que aquella mujer tenía algo especial, que no podía dejar que se escapara. Pensaba que quizá tuviera a la mujer de su vida delante y estaba desaprovechando la oportunidad. Ella sería la persona con la que quería compartir el resto de su vida, la madre de sus hijos. Lo tenía claro. Ella era la persona que había estado buscando todos estos años. No debía buscar mas.

Poco a poco, el viaje transcurría. No sabe lo que le pasó, ni porque, ni como, simplemente se durmió. Cerro los ojos y se introdujo en su universo en el que solo se oía la música de su mp3. Tiempo después abrió los ojos.

Ella ya no estaba. Había desaparecido. Pero se había sentado otra chica mucho mas guapa y dulce que la anterior.

No se lo pensó. Sacó su billete, buscó un bolígrafo por sus bolsillos y empezó a escribir su número de teléfono....

4 comentarios:

ellohir dijo...

Pienso llevar bolígrafos en los bolsillos a partir de ahora.

Anónimo dijo...

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Unknown dijo...

Tienes lectores extranjeros y todo

Unknown dijo...

Mi sagaz Perry, he de reconocer que el relato era inqueitante y un tanto subidito de tono, sobre todo hacia el final. Muy interesante el final que le has dado.