lunes, 19 de mayo de 2008

El Espejo

Eran las seis de la mañana. Se había despertado a la misma hora, como cada día durante todos estos años. Se sentó encima de la cama. Posó sus desnudos pies en el frío suelo de la habitación. Su mano recorrió la cabeza que estaba desposeída de todo cabello. Se incorporó y se encaminó hacia el baño que tenía fuera de habitación, en el pasillo. No se veía nada, estaba todo oscuro. Ángeles, la sirvienta, todavía no había llegado. Se dirigió hacia el aseo palpando la pared. Andaba despacio, la edad y sus continuas lesiones de espalda no le dejaban caminar erguido. Sus sesenta y tres años se notaban a esa hora de la mañana.


Encendió la luz y se dirigió hacia el urinario. Cuando acabó, pasó de refilón por delante del espejo, apagó la luz y salió. Cuando ya estaba otra vez en el pasillo, se paró en seco, reflexionó y volvió sobre sus pasos. Encendió la luz de nuevo y se puso frente al espejo. No miraba hacia el, tenía la mirada posada el suelo. Poco a poco fue levantando la cabeza hasta que vio su imagen reflejada. Hacía años que no se veía. No recordaba cuando fue la ultima vez. Quizá fue cuando Sara lo abandonó o cuando se dio cuenta de que todo su dinero no le daba felicidad. Se miraba, miraba a sus ojos tan vacíos desde hacía tanto tiempo, y empezó a pensar el porque de su existencia. Como, durante una gran parte de su vida, lo había tenido todo y ahora se encontraba completamente solo en aquella gran mansión. Sus esposas, sus hijos, sus amigos, todos lo habían abandonado. Y el sabía porque, por su avaricia y por su codicia, porque aunque era tremendamente rico, siempre había deseado mas y mas, y no pensaba en otra cosa mas que en él y en su dinero. Lo había tenido todo, había estado al alcance de todo y ahora se encontraba en su finca, alejado de la gran ciudad. Solo.

Le invadió un gran sentimiento. Un sentimiento de culpa, de remordimiento. Se dio cuenta de que todo lo que le habían dicho sus allegados era verdad. Metió su mano en el bolsillo, lo noto frío, pesado. Aun así lo saco. Sacó su revolver y disparó…

2 comentarios:

El Pelotudo dijo...

Continúa deleitándonos con tus relatos...

Era de esperar lo del viejuno; mucho dinero, cero felicidad, igual a suicidio asegurado...

Anónimo dijo...

Pasote, Perry, pasote.